Cuerpos como nidos,
bajo la luz,
que se deshacen en las colinas,
atadas al Sur...
Lecho de piedra imaginaria,
a la espera de viajeros...
el tren se fue y adiós le dijo al día,
y todo se ocultó,
después su silbato pegó en el sueño,
y aquello se hizo oscuridad...
una infinita oscuridad
Hojas sin rumbo bajo el viento,
conserven todos sus desvíos...
yo sé que no interrumpirán el clamor,
y ese contacto fiel detrás,
de las urbes calcinadas,
y explotadas por los rayos...
Oh no,
no rechaces este sol,
aunque duela...
aunque no sea tu despertar...
ya no te quedes en el dolor...
no tengas miedo de sanar...
ya no queda nada de la espera...
Lluvia temprana desguazada,
entre las manchas de la tierra,
sí, me dice que yo no ignoraré tu dolor,
no, ni tu soledad,
por más que mis manos cayeran del árbol,
como las hojas en otoño...
Oh no,
no rechaces este sol,
aunque duela...
aunque no sea tu despertar...
ya no te quedes en el dolor,
no tengas miedo de sanar...
ya no queda nada de la espera...