Se me murió tu amor un mediodía,
En un patio de alegres macetones,
Cuando el sol repartía sus doblones
A través de la verde celosía.
Se me murió tu amor sin agonía,
Sin requiem cantim pace, sin crespones,
Sin nadie que rezara en los rincones,
Tan siquiera, tan siquiera, ni un leve Ave María.
Porque todo pasó frente a una boca,
A la que yo besaba como loca,
Sin recordar la tuya en absoluto —en absoluto—.
¿Qué sucedió después? —Pues que he enterrado,
Enterrado en mi frente tu nombre y mi pasado,
Y ni por ti ni por tu amor me he puesto luto
—me he puesto luto, me he puesto luto—,
Y ni por ti ni por tu amor me he puesto luto.
¡Luto, ay, me he puesto luto!