Guardas en caja fuerte los bucles del alma.
Cierras con llave las prisas de la pasión prohibida.
Sedas el nervio impaciente de un volcán en llamas.
Quiero que sepas que los erizos del deseo pinchan lentos,
pinchan dentro.
Y no hay vuelta atrás.
Amores que queman, amores que marcan.
Los que no marcan, no queman.
Los que no queman mueren en la nada de su soledad.
De su soledad.
Talas tus bosques de líbido y podas sus ramas.
Y silencias la esencia, el pum-pum de la pura vida.
Blindas todas tus cámaras acorazadas.
Quiero que sepas que las agujas del deseo pinchan lentas,
pinchan dentro.
Y ni cuenta te das.
Amores que queman, amores que marcan.
Los que no marcan, no queman.
Los que no queman se quedan en nada.
Y amores que queman, amores que marcan.
Los que no marcan, no queman.
Los que no queman mueren en la nada de su soledad.
Tres centinelas custodian tu alma:
Miedo, pánico y terror.
Miedo a soñar, pánico y terror a sentir el fuego una vez más.
Amores que queman, amores que marcan.
Los que no marcan, no queman.
Los que no queman se quedan en nada.
Amores que queman, amores que marcan.
Los que no marcan, no queman.
Los que no queman mueren en la nada de su soledad.
De su soledad.
De su soledad.