Vos lo dijiste,
nuestro amor
fue desde siempre un niño muerto.
Solo de a ratos parecía
que iba a vivir,
que iba a vencernos.
Pero los dos fuimos tan fuertes
que lo dejamos sin su sangre,
sin su futuro, sin su cielo.
Un niño muerto, solo eso.
Maravilloso y condenado.
Tal vez tuviera una sonrisa
como la tuya,
dulce y honda.
Tal vez tuviera un alma triste
como mi alma,
poca cosa.
Tal vez aprendiera con el tiempo
a desplegarse,
a usar el mundo.
Pero los niños que así vienen,
muertos de amor,
muertos de miedo,
tienen tan grande el corazón
que se destruyen sin saberlo
Vos lo dijiste,
nuestro amor
fue desde siempre un niño muerto.
Y qué verdad
dura y sin sombra.
Qué verdad
fácil y que pena.
Yo imaginaba que era un niño
y era tan solo un niño muerto.
Ahora qué queda.
Solo queda venir la fe.
Que recordemos
lo que pudimos haber sido para él,
que no pudo ser nuestro.
Qué más.
Acaso cuando llegue
un 23 de abril y abismo
vos donde estés
llevale flores
que yo también iré contigo.